El conjunto "Expresión Criolla" del Centro Musical "Unión" interpreta el
vals "Canción de Fe"
vals "Canción de Fe"
del compositor peruano don Manuel Acosta Ojeda.
El "poeta de la canción peruana" don Manuel Abraham Acosta Ojeda nació en Lima un 16 de Marzo de 1930 y como buen "pisciano" demostró desde muy joven una intuición profunda, especialmente en la comprensión de los problemas humanos, la cual revistió con un estilo literario poético y junto con la musicalización de don Carlos Hayre crearon una "trova criolla" extraordinaria.
Salesiano "de pura sepa", lo cual, posiblemente impregnó su alma con una mística muy particular, una mística revolucionaria para su época "...y Dios se volverá hombre y así se quedará"
Cancion de fe
Autor: Manuel Acosta Ojeda.
Yo creo
que algún día
la espina
se hará rosa,
y se hará
luz la luna
y el
hambre se hará pan.
Yo creo
que algún día
se morirá
la muerte,
y será la
moneda
de amor y
de verdad.
Ese día,
el hombre
será de
color alma,
y el odio
arrepentido
querrá
volverse amor.
Los niños
tendrán risa,
los
hombres tendrán paz...
Dios se
volverá hombre,
y así se
quedará...
Dios se
volverá hombre,
y así se
quedará...
EN UN ATARDECER
En la agonía roja de cada atardecer,
se entristece la fauna y la flora desmaya;
mientras por el poniente el sol se hace una raya
y el beso de la noche la luz hace correr.
Ya los bosques encienden sus luciérnagas tibias,
canta el río más fuerte al permiso del ruido;
los jardines ajenos libertan su fluido
y los lagos afloran criaturas anfibias.
En espejos se miran las fieras al beber,
la tímida gacela se incrusta entre la fronda;
y lagrimea el sauce cumpliendo su deber.
La sirena se peina la cabellera blonda,
al pie de la cascada invitando a querer
y en el océano el sol, cada vez más se ahonda.
En la agonía roja de cada atardecer,
se entristece la fauna y la flora desmaya;
mientras por el poniente el sol se hace una raya
y el beso de la noche la luz hace correr.
Ya los bosques encienden sus luciérnagas tibias,
canta el río más fuerte al permiso del ruido;
los jardines ajenos libertan su fluido
y los lagos afloran criaturas anfibias.
En espejos se miran las fieras al beber,
la tímida gacela se incrusta entre la fronda;
y lagrimea el sauce cumpliendo su deber.
La sirena se peina la cabellera blonda,
al pie de la cascada invitando a querer
y en el océano el sol, cada vez más se ahonda.
Don Manuel Acosta Ojeda, ¡descanse en paz!